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lunes, 4 de abril de 2011

HISTORIA DE LAS FAMILIAS QUE PIERDEN A UN MIEMBRO POR VIOLENCIA

La dolorosa agonía de las familias víctimas de la violencia de género

Asistentes al primer encuentro de familiares de víctimas de la violencia machista en Córdoba. | Madero CuberoAsistentes al primer encuentro de familiares de víctimas de la violencia machista en Córdoba. | Madero Cubero

Rabia, impotencia y dolor... mucho dolor. Termina el luto pero continúa el duelo de los que sobreviven a la tragedia de haber perdido a un familiar a manos de su pareja. Trasciende la historia de la víctima, que engrosa una larga lista. Pero ésta tiene un nombre y tras él, una familia que ni perdona ni olvida.
La asociación Beatriz de Hinestrosa ha organizado este fin de semana en Córdoba el primer encuentro andaluz de familias que han sufrido esta lacra social. El objetivo es que puedan compartir experiencias y un dolor poco contado pero muy sufrido.
Al principio, cuando todo sucede, las instituciones se vuelcan con los familiares para que no les falte de nada: atención médica y psicológica o asesoramiento jurídico. Son los momentos en los que cuentan con más recursos, pero no son capaces de utilizarlos, de sacarle provecho.
El impacto por la muerte inesperada de un ser querido como consecuencia de la violencia de género no permite reaccionar a padres, abuelos o hermanos, a quienes sólo les preocupa obtener respuestas.
El luto se difumina con el tiempo, no así el duelo. Éste continúa toda la vida. Manuel y Aurora perdieron hace 10 años a su hija. Su marido, con el que llevaba casada cinco años, la arrojó por el balcón de su vivienda para hacer ver que había sido un suicidio. Todo el mundo lo creyó.
La hermana de la víctima descubrió el homicidio cuando advirtió señales de golpes en las puertas y paredes de su casa y sangre en el dormitorio. Esa misma tarde, el agresor fue detenido, aunque tardó en ingresar en prisión cuatro años tras haberse enfrentado a dos juicios. El calvario de los padres de la mujer aún hoy continúa.
Aurora asegura que 10 años después sigue reviviendo los hechos casi a diario. Su familia ha quedado marcada para toda la vida. "Te quedas que no sabes qué hacer. Hasta que no entramos en la vivienda no sospechábamos nada. No existían denuncias previas ni mi hija había contado que hubiese sido maltratada en casa", apunta Aurora Cano.

Apoyo institucional nulo

Su marido Manuel sostiene que encuentros como éste van a venir muy bien para "los que hemos tenido esta mala suerte", pues, a su juicio, es preciso que las familias de víctimas de violencia de género se unan "para hacer fuerza". Esta familia asegura que se encontró sola cuando tuvo la desgracia de perder a su hija.
"Nos hacía falta el apoyo no sólo de la gente sino también de las instituciones y no lo tuvimos", apunta Aurora. Este caso ocurrió en el municipio jienense de Andújar cuando la víctima tenía 28 años.
El caso de Ana María Ortiz es más cruel aún si cabe, pues fue testigo del asesinato de su hermana hace siete años. Ocurrió en plena calle en la barriada cordobesa de La Fuensanta. La víctima sólo llevaba casada siete meses cuando decidió separarse de su pareja, pues el carácter del marido comenzó a cambiar desde la misma noche de bodas.
Entonces comenzaron los insultos y los intentos por degradarla. "Mi hermana no estaba dispuesta a tragar todo eso y, de madrugada, fuimos a buscarla", apunta Ana María. Poco después, su todavía marido le asestó dos puñaladas mortales en el corazón cuando se disponía a subirse a la moto. Fue la primera y la última vez que le puso la mano encima. Acababa de cumplir la semana anterior 25 años.
"La familia quedó destrozada. No estábamos preparados para su fallecimiento, pues sólo dos años antes habíamos enterrado a otra hermana por un cáncer", explica. La mujer asegura que el único aliciente que tiene en la vida es su hija de 16 años.
"Si yo no hubiese tenido a mi hija no sé lo que hubiera sido de mí", resalta. Dice que pasado el tiempo no tiene depresión pero "en mis noches siempre veo la misma película: veo morir a mi hermana, desangrarse". Sus padres, ya mayores, viven resignados.
La presidenta de la Asociación Beatriz de Hinojosa ha pedido a las instituciones que ideen un protocolo para que los familiares de víctimas de violencia de género cuenten con todo tipo de apoyo cuando pasan por esta situación, desde administrativo o judicial hasta sanitario o psicológico.

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